Mujer, hija, hermana, madre, esposa, amante, tía, periodista, amiga…Soy todo eso, y a veces más. Ejerzo de a ratos y a veces a tiempo completo, con todo mi humor y mi paciencia y, a veces, sin ninguna de las dos cosas. Soy artesana de mi destino: lo moldeo a mi gusto, como quiero, como me va saliendo. Soy lo que hay y siempre, o casi siempre, me gusta lo que soy. Hoy, lo comparto con ustedes.
viernes, 13 de abril de 2012
Mi gotita de agua
Un día como hoy, pero hace 8 años, me convertía en mamá por primera vez.
Tiago llegaba a este mundo y yo vivía en ese instante el acto más instintivo y primitivo que viví alguna vez en mi vida.
En quirófano y con las manos atadas a una tabla (ya sé, suena horrible, pero era para que no toque el "campo" de la cesárea), me acercaron a mi hijo y yo, que no podía usar mis manos para tocarlo, acariciarlo y mimarlo, comencé a olerlo, a recorrerlo con mi cara, a sentir con mi piel ya curtida esa piel nueva, calentita y suave.
Mi cara, mi olfato y mis ojos, fueron en ese momento mis manos. Y recorrí milímetro por milímetro su pequeñez, mirándolo y asombrándome de que ese ser hubiese habitado en mi 9 meses.
Hoy, cada vez que lo beso vuelvo a acariciarlo con mi cara, vuelvo a olerlo y siempre, o casi siempre, vuelvo con el recuerdo a nuestro primer encuentro.
Tiago es hoy un hombrecito hermoso. Es un ser con una sensibilidad especial. En él todo es intenso. Está lleno de amor y dulzura. Es mi gran orgullo cada vez que está fuera de casa y la gente lo alaba, y a veces, mi dolor de cabeza cuando está en casa...
Dicen que es igual a mí físicamente, mi gotita de agua. Yo en cambio, me reconozco en él cuando veo cómo la impotencia lo paraliza.
Tiago es uno de los grandes amores de mi vida, el que me transformó para siempre en un ser vulnerable con su sola existencia y el que me puso frente al desafío, tremendo desafío, de ser madre.
No sé si pasaré la prueba con buenas calificaciones. No sé si seré la mejor mamá del mundo. Sólo sé que, desde lo más profundo de mi ser, lo único que quiero es poder estar a la altura de este hijo que me tocó. Ojalá lo logre.
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